domingo, 29 de julio de 2007

Imaginemos Gotemburgo


Como los días están horribles y los psicólogos recomiendan salir para evitar la depresión les propongo una salida por el centro de Gotemburgo. No necesitan paraguas ni equipo de lluvia, al contrario pónganse ropa cómoda y despreocúpense del clima que en Internet y en este blog la temperatura ambiente la pone cada uno de los que me acompañe en el viaje.
Para comenzar y mientras armamos los refuerzos y la bebidas para el picnic en algún parque o en alguno de los tantos lago que encontremos en el camino, les sermonearé brevemente a cerca de la historia y los datos importantes para conocer esta pequeña y maravillosa ciudad.


Ubicada en la desembocadura del río Göta Älv en la costa oeste de Suecia, Gotemburgo, es la segunda ciudad en importancia del país, por detrás de la capital Estocolmo. Viven en ella unos 500.000 habitantes, alcanzando los 890.000 si se suma el área metropolitana.
La ciudad fue fundada en 1621 por el rey Gustavo II Adolfo después de que fuera un “tuya y mía” entre los noruegos y los daneses y de que varios Gustavos y varios Carlos reinaran en el territorio. Fue construida por holandeses ya que conocían lo que era levantar ciudades en terrenos pantanosos y a ellos se debe también la construcción de los canales que atraviesan la ciudad.
El puerto es el más grande entre los países escandinavos y en donde se produce el mayor movimiento de importaciones y exportaciones de Suecia. Las industrias más famosas que han nacido en esta ciudad son por ejemplo la SKF, famosa por haber inventado los rulemanes entre otras cosas, la archiconocida marca de vehículos Volvo y la empresa de telefonía Ericsson. La ciudad cuenta con la población universitaria más numerosa de Escandinavia.
Gotemburgo es famosa por sus parques, sus lagos, sus espectáculos y su archipiélago que es uno de los más agraciados de Europa.


De visita por Gotemburgo (Parte I)
LOS CANALES

Para comenzar nuestro tour los invito a subir al Paddan, que es un barco que circula por los canales de Gotemburgo y pasa por debajo de los 20 puentes que se han levantado a lo largo de la historia y le dan un toque clásico a la ciudad. En este tour que dura cerca de una hora se puede contemplar gran parte del pasado de la ciudad reflejado en sus edificios más emblemáticos.





Ahora caminemos un poco por ambas orillas del canal. No importa si es invierno o verano, si está congelado o descongelado, si hace menos 10 grados o 25, si es de noche o es de día.




¿Qué les ha parecido el paseo por el canal? Espero que nuestro primer tour les haya gustado tanto como a mí. Habrán comprobado que los canales que atraviesan Gotemburgo, sumado a los edificios y los puentes, le dan un aspecto de ciudad muy acogedora y al mismo tiempo proporcionan al ambiente un aire fresco y romántico.

Es el momento de una pausa porque se los ve agotados. Les recomiendo que se metan en una de las tantas cafeterías que hay por toda la ciudad. En un rato los recojo para seguir con la visita.

viernes, 27 de julio de 2007

Tiempo loco

20 minutos después de marcar la salida, pisamos tierra firme. Llegamos a la casa faltando muy poco para que sean las 3 de la tarde con los pies húmedos de chapotear en los charcos. Otro día infructuoso en lo que respecta a tesoros, ya que no lo encontramos, pero lucrativo porque cosechamos otro jornal.
La casa, como pocas veces, estaba vacía de gente porque Jaime y Laura se tomaron unos días y se fueron a Alemania a buscar un claro en el cielo en esa parte de Europa que en estos días está pasada por agua. Además, el vacío se notaba por la falta del aroma al café recién hecho que acostumbra a sobrevolar la casa desde la cocina hasta la entrada a estas horas del día. No estaban, solo nos esperaba con los brazos abiertos el desorden que sobrevivió del día anterior y que ni caso le hemos hecho por el momento, ya habrá tiempo para abrazos.
El clima el mismo, lluvia torrencial por momentos, llovizna casi permanente, el sol que se cuela por los huecos que dejan las nubes en un descuido, viento fuerte, calma, un día otoñal, un día primaveral de los que nunca, el tiempo sufre locura transitoria en estos precisos momentos en Gotemburgo. Nada alentadoras son las predicciones para el fin de semana, es más, hoy era la noticia más destacada de todas las portadas de los diarios el anuncio de que se esperan tormentas muy fuertes.
En este momento estoy escribiendo y mirando de a ratos por la ventana y les juro, aunque padezca también la misma locura del tiempo, que llegó el verano a Gotemburgo, el cielo es 90%celeste, el sol 100% un queso que quema, increíble.
Pero lo bueno no dura mucho y menos cuando se habla de buen clima de verano y menos todavía cuando el país es Suecia. Esto tarde o temprano iba a pasar. Otra vez las pocas nubes blancas corren presurosas a esconderse en el horizonte porque están siendo perseguidas por la misma pandilla violenta de siempre. La banda de los “nubes negras” ataca otra vez, parecen pocos pero al cabo de unos segundos son miles. En menos de cinco minutos, se juntan, se apelotonan, se funden hasta formar nuevamente la masa oscura que trepa y se desparrama velozmente.
Cuando ya nadie puede hacer nada para impedir el desastre, los "nubes negras" gritan a coro, esto es un asalto!, aunque ya se hayan robado el cielo.

Galeano inmenso

La función del arte/1

"Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡Ayúdame a mirar!"
(Eduardo Galeano, El libro de los abrazos)


Mi nombre no es Diego. Yo sí que conocía la mar, pero nunca imaginé que fuera tan pero tan inmensa y que escondiera tanto. Espero en vano tener el tiempo suficiente para poder verla toda. Eso ya quisiéramos todos los mortales.

martes, 24 de julio de 2007

Llueve sobre mojado (bla,bla,bla...)


Hoy hace 20 días que llegamos a Gotemburgo. Vinimos desde el aire, atravesando nubes grises que no se dejaban apuñalar tan fácilmente y que en el fervor de la lucha nos sacudía, nos levantaba y nos bajaba como hace un niño a su avión de juguete. Dos decenas de 24 horas después, puedo afirmar rotundamente y sin temblarme el pulso de las manos sobre le telcado, que la tempestad NO ha pasado, sigue ahí perenne. Días eternos de lluvia intermitente, de cielo con persianas cenicientas echadas y cartel de cerrado, de temperaturas que no superan los 17 grados y de un sol bastante huraño, del cual se sabe solamente que está ahí porque tiene que estarlo a pesar de las dudas que pueda generar. Pero es seguro de que anda escondido por ahí porque ayer lo vi en Internet, estaba en Sevilla cocinando termómetros y en Uruguay, cuando se asoma, de gorro y bufanda.




"Hoy en mi ventana no brilla el sol y el corazón..."

El invierno en Suecia es muy duro por las pocas horas de sol que hay durante el día. Durante 5 o 6 meses los suecos tienen que soportar titánicamente la falta de luz natural. Recuerdo que cuando trabajaba en invierno y entrábamos a las 7 de la mañana, estaba completamente oscuro, tan oscuro como a las 15 y 30 de la tarde que era cuando salía. No ves el sol y los días se hacen larguísimos. Es como vivir en la noche constantemente. Pero esto no dura todo el invierno, las horas de sol disminuyen hasta diciembre y enero, que son los mases más oscuros y luego, lentamente los días van siendo más largos, pero muy lentamente, de un par de minutos por día. Los problemas que la oscuridad trae consigo, además de la falta de bronceado natural, son los trastornos psicológicos que los suecos suelen experimentar en estas fechas. La depresión es uno de esos trastornos que en desgraciadas oportunidades termina en el suicidio.



"... se pone depre contemplando la ciudad..."

A que viene todo esto, a lo siguiente, el verano es la estación más esperada por lo suecos para tomarse las vacaciones. Si buscan un verano de verdad se van a España o a Tailandia, pero los que se quedan rezan a todos los santos para que haya mucho sol. Lamentablemente para los que están de vacaciones y decidieron quedarse en Suecia, el clima es una porquería. Los psicólogos recomiendan no quedarse en casa en el sofá mirando la tele porque temen que pueda generarse otra epidemia de depresión. En vez de quedarse en casita, salir a dar una vueltita, con un pilot y un piragüita, un pañuelo y una aspirinita.

"(lluvia) ¿por qué no te vas?"

Los datos de Meteorología, que son los únicos que pueden dedicarse a medirlos, son preocupantes. Según los del horóscopo climatológico, los mismos que el año pasado habían errado más del 95 % de los pronósticos, en julio de 2007 los milímetros de lluvia que han caído hasta el momento son 139 (sin contar los de hoy que han sido varios) cuando lo normal es que caigan solamente 37 mm. Las horas de sol registradas son reveladoras de la falta de pago a la compañía de luz naural, lo normal son 357 horas pero hasta el momento las lamparillas naturales solo se han prendido durante 74 horas (sin contar los 15 minutos de hoy de mañana). Julio de 2007 amenaza con ser el mes más pobre de sol de los últimos años.
El verano sueco no tiene fecha predeterminada, es cuando pinte, si pinta, por eso están preparados para los imprevistos momentos de sol y hacen cualquier cosa para disfrutar de una tregua. Nunca el verano sueco será aquel que viene marcado desde tal fecha hasta tal otra en el calendario que dan en la verdulería con las papas o en la panadería con la flauta.
Ante la depresión queda la esperanza de esperar el coletazo final del verano sin lluvia y con mucho, pero mucho sol, para darle vida y color a esta sensible piel blanca que nos caracteriza a nosotros, los suecos.

lunes, 23 de julio de 2007

Han dicho... (Parte I)

Tengo en Uruguay un amigo
Vecino de un Barrios de Flores
Compone y canta a lo Joaquín
Pero se llama Hernán
Y se dice loco y lo aparenta
Y se dice poeta y lo escribe
Arquitecto del verbo contar
Torero de la hoja en blanco
Media verónica y pase de pecho
Entre el ole, el ole y el ole.


DIA DEL AMIGO

Falta poco para que llegue a su fin el día del amigo. Por un instante, mientras comienzo a ingresar algunas primeras palabras en ésta máquina, tengo algo así como el reflejo de apurarme; de pensar y escribir rápido porque se supone que este mensaje tiene que llegar a destino antes de que termine el día.

El día, las horas, los minutos, los segundos. ¿Qué es eso? Reglas nada más. Inventos humanos. Mojones en el tiempo puestos ahí por algún hábil visionario, a fin de poder regular y ordenar al resto de la tropa. O sea a todos nosotros. ¿Qué tal? Pavada de invento se mandó el flaco. Y a partir de entonces, contamos con conceptos incrustados en lo más profundo de nuestro ser como, rápido, lento, apurado, adelantado, atrasado, tarde, temprano. Y ni hablar de primero, último, ganador, perdedor, mejor, peor. Que a su vez se relacionan con triunfo, fracaso, éxito, derrota. Que por supuesto tienen como consecuencia casi directa la riqueza o la pobreza. Que obviamente, y dadas las condiciones sociales también inventadas por otra manga de vivos un poco después, son responsables directas de la felicidad o la infelicidad. Bueno, el tema es que no me voy a apurar nada y voy a mandarles mi saludo del amigo cuando pueda, quiera y se me de la gana.

Si tuviera que hacer una gráfica imaginaria de una amistad cualquiera, sería algo así como un hilo continuo de aceite corriendo por una superficie lisa y en forma levemente descendente. A medida que el hilo de la amistad avanza, va juntando en su camino despojos, objetos, hechos, experiencias. Y por que no, alegrías, tristezas, decepciones, enojos, promesas, emociones. Y el hilo de la amistad se va haciendo, poco a poco, más y más grueso. Y por ende, más y más fuerte. A veces se cruza con otro hilo de la amistad que acierta a estar en su camino, y bueno. Ahí pasa lo que tiene que pasar. Si nuestro hilo es medio fino, seguramente se diluirá y sumará al torrente del hilo que se le cruza. En cambio, si nuestro hilo está anchito, romperá la barrera del hilo invasor y lo atravesará sin problemas, siguiendo así su camino, reforzado y fortalecido con las partículas remanentes de la colisión. Mucha metáfora para esta hora, ¿no?

La amistad no tiene horas, ni días, ni medidas de ningún tipo. La amistad es un sentimiento, y si hay una particularidad que le envidio a los sentimientos, es el hecho de que no pueden ser medidos. No señor. No hay regla que los mida. No hay balanza que los pese. La amistad es o no es, y punto. La amistad es un pedazo de tiempo compartido entre dos almas. Puede ser muy frágil o muy fuerte. Pero no depende de nosotros. La amistad es energía con vida propia. La amistad no conoce de distancias, ni de razas, ni de religiones, ni de idiomas. La amistad, creo yo, es la hija mejor del amor, que es el padre de todos los sentimientos.

Entonces amigos, no nos dejemos enjaular en éstas cárceles del tiempo que nos han inventado. Digámosle a nuestro amigo cuánto lo queremos y apreciamos en cualquier momento y lugar. Claro, como lo estoy haciendo ahora contigo.
¡Que seas muy feliz hoy y siempre!
Hernan Barrios
(locopoeta)

viernes, 20 de julio de 2007

De sobrinos

Es increíble pero todavía no había dedicado una sola línea del blog para mencionar a mis sobrinos y ya era hora de hacerlo. El baby-boom de la familia Gutiérrez explotó hace dos años en dos lugares del mundo diferente, Uruguay y EEUU. Faltaría un tercer boom en la península Ibérica, pero eso a su tiempo porque por el momento la dinamita escasea, aunque mis padres creo que en cualquier momento me dan el ultimátum.

Pero para sobrinos, Valentina, Santiago y Matías. La primera, con sangre azul de princesa es el fruto de Javier y Mariana y tiene 2 años recién cumplidos. Los segundos, un pack de dos gemelos varones que en estos días cumplen dos meses de vida, son la mejor cosecha del año de los agrónomos Valentín y Lucía, además, están considerados los gemelos más fotografiados de los últimos 2000 años. Antes de nacer, ellos ya tenían su propio blog y ahora son los más famosos de Internet. Valentina, también considerada la roba corazones de la familia, no tiene blog pero tiene su propia red inalámbrica en la que nos tiene a todos enredados.

Valentina entre sus papás, Mariana y Javier

La princesa sin escoba

Motoquera

Los abuelos, Jaime y Laura, con los nietos. Los padres, Lucía y Valentín, descansan un momento.

Santiago se ríe de los paparazzis

Matías y sus ironías
El dúo dinámico

miércoles, 18 de julio de 2007

El tesoro vikingo. Comenzó la búsqueda.

Ser estudiante que recibe una “beca” (entre comillas porque una gran parte es préstamo) para sobrevivir sin sobresaltos durante el año lectivo (septiembre-junio) tiene la ventaja de poder decidir si es necesario salir a buscar otros ingresos o no. Como nuestra intención es dedicar todo el tiempo y el esfuerzo a estudiar para poder sacar la carrera cuanto antes, hemos optado por hacerle los honores full time a los libros.
Lamentablemente, las inyecciones de euros en las venas de nuestra lánguida cuenta corriente se terminan durante las vacaciones, es por eso que recalamos en el viejo y querido Gotemburgo con la misión interminable de seguir buscando el tesoro que escondieron los vikingos hace un lustro atrás. Muchos dicen que eso es trabajar y no buscar tesoros, que estamos locos. Locos o no, ya han pasado cuatro años desde que decidimos empezar a buscar el tesoro dentro de los wateres y debajo de las camas polvorientas de los distintos hospitales que se nos pusieran en el camino.


Viendo que el tesoro no aparece, yo sigo insistiendo con que dejemos eso para otro momento o tal vez buscar en otro lugar de la ciudad o del país. Lo que me incentiva es que igualmente mientras el tesoro no aparezca seguiremos recibiendo por mes, una especie de sueldo, que nos ayuda por lo menos a ahorrar y llevarnos para Sevilla una ínfima parte del botín vikingo que sigue enterrado sin dueño.
Todos los buscadores de tesoros en el hospital de Mölndal, en Gotemburgo, nos vestimos con unos pantalones y unas blusas azules. La herramienta más importante que se emplea es una especie de escoba plana con un campo magnético que atrae las partículas de polvo y con un dispositivo muy avanzado capaz de localizar con un margen de medio metro de error, el lugar donde está enterrado el tesoro.

La escoba plana rastrea toda la superficie del hospital, debajo de las camas, los pasillos, etc. Supuestamente, cuando suene un pitido ensordecedor, que nadie ha escuchado aún, es porque habrá aparecido el susodicho. Los suecos son un poco fanáticos de los vikingos y de toda la leyenda que hay detrás de ellos, por eso a mi me huele a que se trata de otra fantasía de los "blondiesson" y nosotros les estamos siguiendo la corriente.
Pero claro, nos mantenemos calladitos y sin protestar, embutidos ocho horas en un traje azul y con la escoba plana como única ayuda, porque recibimos mensualmente el sobre con el equivalente a nuestros servicios prestados en la búsqueda del tesoro vikingo.

martes, 17 de julio de 2007

Barato a cualquier precio

Muchos se preguntarán ¿por qué estos tarambanas se van a Madrid de madrugada en un ómnibus que demora seis horas y con esperas en aeropuertos de más de una jornada laboral? La respuesta es simple y barata, la palabra economía está antes que la palabra comodidad en nuestro particular diccionario de supervivencia. Ir de Sevilla a Gotemburgo es muy caro, ya que no hay vuelos baratos que unan estas dos ciudades. O hacés dos o tres combinaciones en vuelos económicos, o te vas como puedas a una ciudad grande, como Madrid o Barcelona, porque allí sí hay más oferta de vuelos con compañías de bajo coste.
Ahorramos bastante en el pasaje hasta Madrid yendo en ómnibus, porque el tren es también caro, o mejor dicho, fuera del alcance de nuestro bolsillo y de los principios que tanto nos han costado forjar (agarrados pero con honor). Así, la mayoría de nuestros viajes, si no todos, son de estas características, pagar menos a cualquier precio. Somos ratas, pero nos gusta, nos hace sentir bien y se puede decir que hasta nos divierte.
Hay ocasiones en que no planificamos los viajes, simplemente buscamos en Internet algún pasaje barato para cualquier lugar que nos interese y zas!, aparece uno, más barato que viajar en ómnibus, casi gratis, 1 €, es fin de semana, ¿nos vamos?, y nos fuimos. ¿Divertido no?
No es que haga alarde de los millones de euros que tenemos en el banco, como ustedes se imaginan (y nosotros con tan poca imaginación), nada de eso, no se trata de abundancia de plata. Lo más difícil y oneroso ha sido el cruce del Atlántico, que como muchos sabrán nosotros lo conseguimos con alguna que otra dificultad, haciendo una rifa entre la familia y los amigos, recibiendo valijas de regalo, haciendo una de papel y alambre, que recuerdos. Una vez acá en Europa, llegar a aquellas ciudades que solo conocemos por los libros de historia y de geografía es muy fácil y, fundamental, más barato. Hace 6 años atrás quien era el Dumbledore, el Gandalf, o el mismísimo Harry Poter, que está tan de moda hace ya 6 películas y 7 libros, para decirme a mí, el menos optimista de los incrédulos de que hoy mismo estaría acá sentado contando mis experiencias en un lugar tan lejano en el planeta de mis sueños. Sin dudas, lo más complicado fue arrancar de raíz mis raíces, aunque considero que lo más productivo que he hecho en la vida fue llevarmelas conmigo para que el árbol siguiera creciendo, abonando la tierra cada día, siempre pensando en sumar experiencia en la copa y en las ramas y no en restar la que ya traía en el tronco.
Por las ramas es por donde me he ido, vamos a lo que estábamos, ¿y que era? Pasajes baratos, seguimos, sin ir más lejos, la semana pasada una compañía ofrecía vuelos a Roma a 0 €, ¡sí!, a nada. Y esto es sólo un ejemplo, otras empresas cobran nada más que los impuestos y las tasas.
La suerte y la insistencia tienen también mucho que ver. Hay que estar en el momento indicado para encontrar un pasaje barato, al alpiste como se dice en mis pagos. Las compañías cambian constantemente los precios. Si no encontrás algo aceptable un día, insistí al otro, nunca se sabe, los precios pueden bajar cuando menos lo esperás.
¿Se imaginan que hubiera vuelos a Montevideo o a Flores a 0 €? Mmm. Yo me conformaría con que los cobraran a la mitad de lo que salen. Stop, pero pensándolo bien, si me quieren vender un pasaje barato a Flores, aunque sea gratis, incluso con plata arriba, es seguro de que no me subiría de ningún modo porque hasta donde yo sé, en Flores, no hay ningún aeropuerto y no me gustaría quedarme en el aire dando vueltas y vueltas como un buitre esperando que construyan uno, y el combustible se gasta y la gravedad cumple su papel… no quiero ni imaginar ese viaje, uff.
Como verán, esa idea de comprar barato a cualquier precio tiene sus lógicas limitaciones.

sábado, 14 de julio de 2007

Esperas

Después del sufrido aterrizaje, con las valijas pesando a los costados nos encontramos con Jaime, mi suegro, que esperaba sonriente, sacando la cabeza húmeda entre la multitud. Es una de las sensaciones más gratificantes que tiene la vida, tener alguien que espera tu llegada. En este caso además, hacia olvidar los ingratos momentos del descenso.
No se imaginan mi pesadumbre cuando llego a un aeropuerto o a una estación y no me está esperando nadie. Siempre tenés ganas de abrazar a la persona que está ahí, que se tomó la molestia de ir a esperarte.
Muchas veces, antes de aparecer por la puerta de la sala donde esperan aquellos que tienen a alguien a quien esperar, y a contramano de la lógica que indica la imposibilidad de que haya alguien conocido del otro lado, igualmente le digo a Maria con cierta ilusión en la voz: "Verdad que van a estar mi mamá y mi papá del otro lado".
Ella, que se percata de que al lugar a donde acabamos de llegar no es Uruguay, me mira como si tuviera delante a un niño triste a punto de llorar y dice dulcemente: "Ale, creo que ellos no están ahí afuera".
Me cuesta asimilar el golpe pero logro bajar a la realidad, acepto que ese día no habrá nadie tan siquiera esperando para darme y darle un abrazo y un beso. A pesar de los pesares, este niño con barba de una semana no pierde nunca la ilusión de ver a su mamá y a su papá con los brazos abiertos viniendo hacia él, sea donde sea.

El pozo

En el momento en que el capitán que estaba al mando del avión dijo que nos abrocháramos los cinturones porque empezaríamos a descender, no me imaginé nunca que agarraríamos por una calle tan mala, con baches y adoquines sueltos.


Las dos horas anteriores de viaje habían sido normales, cielo despejado, carretera nueva recién pavimentada. Me puse a sacar fotos al paisaje que veía por la ventanita que paulatinamente iba perdiendo la escarcha. Al mismo tiempo que el avión perdía altura, el cuerpo empezaba a experimentar sensaciones de diversos tipos, como un poco de vértigo, los oídos que se tapan, temblores ya sean por el susto y por los sacudones que pega el avión.


Yo sigo con mis fotografías amateurs viendo como el cielo celeste desaparecía de mi vista segundo a segundo. Una masa gris de nubes se apodera lentamente de mi objetivo, apreté el disparador y salió la foto, pareció que aterrizaríamos en esa superficie gaseosa de hormigón. Me quedé con la cámara apuntando hacia fuera pero si prestarle atención, estábamos entrando en la zona gris.

Y sucedió lo que sucedió. Un bache en el camino, un pozo en la carretera, un cagazo de esos que no está escrito. Fueron entre dos segundos larguísimos y dos horas cortísimas, en los que estuvimos metidos en ese pozo invisible que enmudeció a todos los pasajeros. El silencio lo dijo todo, estábamos cagados hasta las patas. Maria y yo nos dimos la mano y nos miramos, recuerdo que no dijimos nada, como frente a un espejo, levantamos las cejas y nos mordimos el labio. A partir de ese momento se puso todo oscuro, afuera solo podía ver intermitentemente el sol tenue y el ala del avión chorreando agua y sacudiéndose junto a todo el aparato, que a su vez zarandeaba a todos nosotros.

El día que Quino dijo con voz de Mafalda, “paren el mundo que me quiero bajar”, seguramente se inspiró mientras hacía un viaje en avión en medio de una tormenta y después de caer varios metros al vacío dentro de un pozo de aire porque yo pensé lo mismo, paren este avión que me quiero bajar ya! Pero si nadie va a parar el mundo, menos un avión en pleno vuelo, con el tiempo como estaba y sin paraguas.

Cuando el piloto clavó los frenos en la pista enjabonada del aeropuerto de Gotemburgo, los más de doscientos pasajeros clavamos también los nuestros que están en el la boca, justo entre los dientes, cuanto más se aprieten más frena el pájaro de lata. Otros ayudan con los ojos, apretando los párpados, siempre se trata de apretar algo.

El avión rodó por el suelo aminorando paulatinamente la marcha y desde el fondo se escuchó claramente como se abrían las compuertas de las represas nasales para dejar pasar los chorros continuos de aire sin exhalar que habían quedado contenido en los pulmones desde hacía varios minutos. También el estómago se liberó de la presión diafragmática a la que estuvo sometido durante esa media hora tensa e intensa que duró el descenso. Un tímido y todavía asustado aplauso en honor de los conductores del ómnibus volador terminó en un desatado y fervoroso batir de palmas, uno de esos típicos aplausos para el asador.

viernes, 13 de julio de 2007

Cumulus nimbus

(Breve inciso con forma de paraguas abierto por si llueve: Aunque no guste mucho a muchos la reflexión en broma que voy a hacer, quiero que sepan que siempre intento ser muy respetuoso con las creencias ajenas, como debe ser vamos, tolerancia y respeto ante todo)
Siempre que puedo garroneo el asiento de la ventanilla porque me gusta contemplar por un rato el mundo con la misma perspectiva que tiene Dios desde el cielo. En uno de esos momentos con la mirada perdida a medio camino entre el cielo y la tierra, me puse a pensar seriamente, desde mi prudente ateísmo, que puede llegar a parecer lógico que Dios no acuda a ayudarnos en muchas ocasiones porque lamentablemente hay cosas que él no ve, se las pierde y nos pierde.
Me explico (lo inexplicable), si Dios está en el cielo como yo, pero calculo que más arriba, y sin entrar en comparaciones odiosas, se pierde muchas de las cosas que pasan abajo, puesto que las nubes lo tapan todo. Les digo por experiencia que cuando está nublado sólo se puede ver un campo blanco de algodón o un millón de ovejas descarriadas y sin esquilar o la espuma de un vaso gigante de cerveza. El paisaje a veces aburre, más si el viaje dura varias horas, pero hay que reconocer que es un espectáculo único.
La cuestión es que Dios debe de ver lo mismo, y pensará lo mismo también. Por eso, concluyendo (lo "inconcluíble"), considero prudente prevenirlos de alguna manera diciendo lo siguiente: en un día nublado, Dios no te ve, por lo tanto es como si se tomara unas vacaciones para desenchufarse del estrés constante al que lo estámos sometiendo; en un día despejado, Dios es el que todo lo ve y es imposible que no le eche una mano a aquellos que la necesiten; en un día nuboso, ahora sí, ahora no, como el señalero, por lo que podemos quedar librados al azar y, por si esto fuera poco, Dios tendría la coartada perfecta: “Hijo mío, no te vi. Es que justo en ese momento pasaba una cirrus por ahí abajo y te perdí de vista. Esperá que anoto, ¿en qué calle decís que te atropelló ese camión lleno de ganado?”.

miércoles, 11 de julio de 2007

Horóscopo chino

Después de recorrer una ínfima parte de la superficie madrileña la tierra nos tragó. En el subsuelo de Madrid, el huraño metro une todos los puntos de la ciudad. Recorrimos como lombrices gran parte de esos kilómetros de galerías sin sol. Por una hora perdimos el conocimiento, que tanto ha costado encontrar, hasta invadirnos la incertidumbre de saber que pasaba en el mundo superficial de la superficie. En menos de dos horas también estaríamos en el cielo, volando hacia Gotemburgo.
Abajo de arriba, arriba de abajo y mucho más arriba de arriba de abajo; lombrices, seres humanos y pájaros, tres lugares del planeta y tres animales para el horóscopo chino.

Retiro en Madrid

Jueves 5 de julio. Llegamos a Madrid a las siete de la mañana. Seis lentas horas de viaje apuradas a fuerza de un sueño intermitente que lo fueron acortando. Bajamos del ómnibus con los síntomas característicos de este tipo de viajes: la ropa ajada, el cuello curvado y dolorido, el pelo alborotado en la nuca y la mirada zombi perdida en el horizonte.
Faltaban nueve horas para que saliera nuestro avión a Gotemburgo. Como siempre, cada vez que vamos a Madrid, es inevitable pasar por el infinito Parque del Retiro, un enorme pulmón en medio de una enorme ciudad. Queda muy cerca de la estación de Atocha, donde se baja Sabina para quedarse en Madrid, y cientos de miles de personas más a diario, incluidos nosotros dos de vez en cuando.

Parque del Retiro. Rosedal.
Hace unos días se recordó a las víctimas del atentado más grande y sanguinario que ha ocurrido en España a manos de Al Qaeda. Varias bombas estallaron en diferentes estaciones en el momento de mayor afluencia de pasajeros. Algunas explotaron justamente en Atocha. El atentado en el que murieron más de cien personas fue adjudicado a un grupo radical de islamistas con conexiones con Al Qaeda. En estos días la justicia les pondrá las penas a los culpables que oscilan entre tres mil y cuarenta y cinco mil años.
Cuando uno pisa la estación es imposible dejar de pensar en ese hecho tan macabro que sacudió a España años atrás. Pero la marea revuelta de viajeros que pululan por los pasillos y los andenes hace que volvamos otra vez a la realidad, que continúa, claro está, con unos horarios de trenes establecidos que si te dormís en lo laureles se te puede ir.


Parque del Retiro. Palacio de Cristal.

Una forma de “dormirse en los laureles” es buscar un buen lugar con césped verde y acolchonado bajo un gran árbol frondoso y colocarse horizontalmente, después de comprobar la inexistencia de deposiciones caninas y de las letales hormigas, esos monstruos que tanto miedo me dan. A eso le llamo una buena siesta mañanera para reponerse de un viaje incómodo. Te lo ponen fácil para dormir porque lo pájaros te cantan el arrorro, a su manera, pero logran darte la paz necesaria para conciliar el sueño.

Después de reponer energías, paseamos por la Puerta de Alcalá y nos sentamos frente a ella. La acompañamos un rato y comprobamos que realmente está ahí viendo pasar el tiempo, también el nuestro, que en un principio pareció andar con paso cansino y perezoso, diferente al tiempo de los madrileños estresados que la rodean presurosamente formando una ruleta sin bola que gira todo el día. Hablando de bolas (¿Quién me busca?), era hora de ir marchando al aeropuerto de Barajas. Las cartas ya estaban echadas.

La Puerta de Alcalá desde el Retiro.

Adiós exámenes, adiós Sevilla

El miércoles 4 de julio era nuestro último e intenso día en Sevilla que incluía el último examen de la temporada y la limpieza profunda de la casa. Todo esto aderezado con un calor de locos, de esos que saca las ganas a cualquiera de salir a la calle y de hacer algo, lo que sea. Pero la vida debe continuar por más difícil que te lo pongan los termómetros.
Hacía unos días, amenazaban con que las acciones del calor estaban en alza y podía tener unos picos muy buenos esta semana. No se habían equivocado, este mismo miércoles podíamos afirmar que Sevilla es rica, no por el oro del Perú expoliados siglos antes, sino por las ganancias que ha tenido gracias a la inversión en calor que ha hecho en Bolsa. Los 43 grados, y subiendo, de esa tarde lo confirman. Pero para confirmación contundente tenemos los 32 grados de las diez de la noche.
A esas horas estábamos en el Frijolito, una cantina mejicana que queda cerca de Plaza de Armas, la estación de ómnibus (autobuses in Spain) de donde salíamos a la una de la madrugada del jueves para Madrid. Enfrente, cruzando la calle, corría silencioso el río Guadalquivir que parte la ciudad en dos, no solo geográficamente sino que también tiene connotaciones espirituales puesto que algunos dicen no pertenecer a Sevilla, como los trianeros de Triana (eso lo explicaremos en otro momento).
Los que compartíamos la mesa en la vereda sentados en las sillas de plástico azul de Pepsi éramos: Tere y Pedro, Rocío y Oscar, Linda y Thomas, Heidi, Magdalena, Maria y yo, el burro que va siempre último. El motivo de la reunión era más que nada festejar el final del período de exámenes, independientemente de los resultados obtenidos, y servía también para despedirse de los amigos a los que no veríamos por un tiempo, ya que tomamos caminos diferentes durante las vacaciones.
No corría ni un despistado soplo de viento, ni siquiera alguna brisa marina que anduviera de turista por ahí. Éramos diez mágnum derritiéndonos sin remedio sobre las sillas azules que se pegoteaban todas con el chocolate de nuestra cobertura. Suerte que esa noche no fuimos los únicos que sudábamos, porque a los vasos llenos de cerveza helada también les chorreaba el sudor de la frente.
Entre cervezas, tacos y enchiladas se fueron pasando las horas. A las doce y media nos despegamos de las sillas y comenzó la ronda de besos y abrazos. Así fuimos rodando hasta la estación donde el ómnibus para Madrid ya estaba calentando motores.
Cuando del jueves solo había pasado una hora, nosotros le dábamos la bienvenida a otra despedida más. Esta vez tuvimos la suerte de que varios amigos estuvieran allí para hacernos adiós con las palmas de las manos. Ya nos habíamos desacostumbrado a las despedidas con alguien a quien despedir, haciendo machacadas con la “ñata” pegada al vidrio, que por cierto estaba frío. Pensar que a unos milímetros de distancia, del otro lado de la ventanilla, nuestros amigos sacuden con las manos el bochorno enrarecido con bocanadas de gases poco saludables, o que más allá, a cien o doscientos metros, una persona lucha por despegarse de una silla de plástico azul de Pepsi, mientras nosotros buscamos al borde de la desesperación algo de abrigo, que como sucede en Sevilla, no siempre está a mano.
A partir de ahora tendrán que pasar cerca de 90 días para volver a la capital europea del calor.

martes, 10 de julio de 2007

Bienvenida

Bienvenidos ustedes a este blog y bienvenido yo a este mundo. Hacía mucho tiempo que barajaba la posibilidad de crear este espacio para compartir mis vivencias y las de quienes me rodean, con la correspondiente autorización, claro está. Va dedicado y dirigido principalmente para los amigos y familiares que están desperdigados por el mundo y que tal vez pueda unir en este otro mundo tan intangible como el éter, cediéndoles mi katalejo exclusivo y a estrenar, para que puedan ver más allá de los océanos y de las fronteras.
Con esto no excluyo a los despistados que por hache o por be, por zap o ping, llegan a este blog y se pierden en él buscando consejos para una vida mejor o la receta para la salvación del alma. A ellos les digo que acá no van a encontrar nada de eso, al contrario, la vida seguirá como tiene seguir independientemente de los textos que acá aparezcan y las fotos con caras de gentes que seguramente les resultarán desconocidas. Además, las únicas recetas que puedo dar son: como viajar barato y la del chimichurri (que por cierto, me queda muy bien).
Como dije, el blog está dedicado a la familia y a los amigos para que puedan vivir conmigo al momento y casi en el mismo lugar, los hechos más relevantes o curiosos de mi existencia, ya sea acá, allá o acullá.
Cabe añadir que será imposible librarse de los clásicos divagues insensatos que me caracterizan de un tiempo a esta parte. Dicho lo dicho, queda inaugurado el katalejo, que al final es más de ustedes que mío.