jueves, 16 de agosto de 2007

Y uno, y dos...

Eran las 8 y media de la mañana e iba rumbo al comedor a mi primer desayuno con los demás compañeros de trabajo o mejor dicho, de búsqueda. Para mi sorpresa, una música bailable, con un nivel de volumen considerable, recorría el largo pasillo precisamente desde el lugar de destino. A cada paso cansino que daba, un decibelio se sumaba a los demás que flotaban en el aire. Cuando asomé mi gran testa al comedor, con un poco de miedo, con muchísima curiosidad, pude contemplar a varios de los colegas haciendo ejercicios de estiramiento. Algunos con un ritmo frenético y embravecido, otros con movimientos torpes y desordenados, dependiendo creo yo, de las variables edad de los huesos y la práctica de algún deporte en algún momento de sus vidas, por lo menos en esta. El ritmo lo marcaba el compás de la música y los guías que estaban al frente. Por supuesto que había gente que no hacía ejercicios, principalmente hombres muy hombres y jóvenes muy jóvenes.
Como era el primer día no sabía que hacer, si entrar y molestar el desarrollo de la actividad o esperar a que acabara. Ante la duda opté por retrasar mi entrada hambrienta y esperar en otro lugar. Fui al vestuario, saqué mi libretita y apunté unas palabras claves para no olvidarme de esto y comentarlo en alguna circunstancia donde faltara tinta en el tintero.
Esta actividad que dura aproximadamente 15 minutos por día, cuenta con el consentimiento de los jefes más jefes y es una iniciativa que tiene como único fin el de mejorar la salud física de los buscadores de tesoros y evitar las bajas por enfermedad, que son muy comunes en este tipo de trabajos. Pero estas iniciativas saludables solo se logran mantener gracias al apoyo de la gente que las utiliza. Si soy yo el que dice esto, no podría haber hecho otra cosa que al segundo día de trabajo sumarme al grupo, por un lado porque hace muy bien para el cuerpo y por otro, como dije antes, apoyar ese tipo de iniciativas. Día tras día a las 8 y 45, con los músculos como una seda, nadie me quita de adelante una humeante taza de café con leche.
Pero esto no es todo, otra actividad que se realiza los jueves y que dura 45 minutos es una sesión de Qigong o Chi-Kung. Esto se trata de un método chino que logra combinar movimientos suaves del cuerpo, la respiración y la concentración mental. La idea fundamental es aumentar la energía de la persona y evitar el estrés y la tensión. Es muy bueno para los huesos, los músculos y para echar unas cabeceadas al final con la relajación que ni el mismísimo número 9 del Chelsea puede hacerlo. La carga de energía sobrevenida tras los ejercicios viene con retraso de más o menos media hora, porque en lo único que se piensa al momento de terminar es en ir a dormir a una buena cama, cómoda y calentita.

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